Hernández Bretón: "Ninguna ley puede hacer diferencias entre venezolanos"
Luego de ser el individuo de número más joven, el nuevo presidente de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales asume funciones convencido de la necesidad "de un gran plan nacional de estímulo al saber" para "la construcción de un país de primera, como el que todos los venezolanos nos merecemos"
Celebra el primer siglo de la Academia y 300 años de enseñanza del Derecho en el país (Oswer Diaz)
ANDRÉS CORREA GUATARASMA | EL UNIVERSAL
miércoles 18 de marzo de 2015 03:47 PM
Caracas.- "No debe haber duda alguna: el gobierno no le puede exigir visa a los venezolanos que son además nacionales de EEUU", afirma categórico el Dr. Eugenio Hernández-Bretón (Caracas 1958), considerado una autoridad mundial en Derecho Internacional Privado, en la víspera de asumir el 19 de marzo la presidencia de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, justo cuando la institución celebra cien años de fundada.
Sustenta su argumentación en que la Constitución de 1999 permite la doble o múltiple nacionalidad, independientemente de que se trate de venezolanos por nacimiento o por naturalización. Además, el artículo 50 garantiza que los venezolanos puedan ingresar al país "sin necesidad de autorización alguna. En sintonía, según la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía (2004) ningún instrumento normativo puede hacer diferencias entre los venezolanos. Y quienes además tengan otra nacionalidad deberán hacer uso de la venezolana para su ingreso, permanencia y salida del territorio, y deben identificarse como tales en todos los actos civiles y políticos".
-El tema tiene más peso mientras el país vive el mayor éxodo de profesionales en la historia. ¿Qué función deben cumplir las Academias en ese contexto?
-Hay que tomar como premisa lo que sostuvieron Alberto Adriani y Andrés Eloy Blanco: nuestra primera y mayor riqueza como país es la riqueza humana. Sólo con esto, y su ingenio y su trabajo, puede hacerse un gran país. Como expresé en el informe que preparé para la Academia en 2012, todas las sociedades que, como la Venezuela reciente, han sufrido el drama de la emigración, padecen también el drenaje de cerebros, de su gente preparada y con experiencia, hacia destinos que temporalmente ofrecen mejores alternativas, aún a costa del sacrificio de la familia y de la identidad nacional. Tamaña pérdida nacional debe remediarse de inmediato. Debe iniciarse un programa para reinsertarlos en las actividades científicas y profesionales del país. Ésta fue la necesidad española luego de la Guerra Civil. Las academias nacionales tienen el deber de colaborar en la preparación de ese plan de recuperación de cerebros.
-Cuando una sociedad asiste a una crisis de valores y reina la mediocridad, ¿cuál es el reto principal para los intelectuales?
-En todos los tiempos hay un deber de contribuir con el progreso de las ciencias y de las letras, y fomentar el conocimiento de nuestra historia. Tenemos que producir conocimiento y esparcirlo por todo el país, que llegue a todos los que lo necesiten y lo busquen. Hay un deber de difundir la luz, en el sentido de las palabras de Cecilio Acosta, y no de concentrarla en nuestro limitado seno del Palacio de las Academias. Tenemos, además, la responsabilidad de conocer y preservar la memoria, la obra y el ejemplo de los hombres y mujeres ilustres que nos antecedieron, y hacer sentir con toda intensidad el profundo orgullo de ser venezolanos, como una vez lo mencionó el académico doctor Gonzalo Parra Aranguren.
-¿Y los colegios profesionales?
-No deben ser reductos partidistas ni servir de trampolines en las carreras políticas de sus directivos. La ignominiosa intervención del Colegio de Abogados de Caracas es una muestra de la perdición política del Colegio.
-¿Qué nivel tiene actualmente la formación humanística y científica en Venezuela? ¿Alguna está más desarrollada y/o rezagada que la otra?
-La formación universitaria venezolana es buena, pero podría mejorarse enormemente, pues aquí hay gente muy capaz, de las mejores del mundo. Para ello hace falta que el Estado sepa de una vez por todas que la mejor y más duradera inversión, a la par de la más rentable, será la inversión en la formación de su gente, a la que corresponderá enrumbar este país hacia los éxitos, la prosperidad, el desarrollo y el bienestar colectivo en todos los sectores. Sólo con esa inversión en el sector educación se sembrará la conciencia del valor y el respeto por el esfuerzo individual como factor de progreso social. Tradicionalmente se imputa al bachillerato y a la escuela primaria las serias deficiencias de los que ingresan a las universidades. Es una queja recurrente a lo largo de la historia, aquí y en otras partes del mundo. Esto exige a las universidades tomar e imponer correctivos a fin de proveer a los estudiantes con el mínimo indispensable de habilidades elementales para iniciarse en el estudio: hablar, leer y escribir. Pero eso sí: hablar bien, leer bien y escribir bien.
-¿Cómo lograrlo cuando hay déficit de presupuesto y ahora de profesores?
-Es sabida la deficiencia presupuestaria, especialmente en lo que respecta a los recursos para actividades de investigación e innovación. Hace unos años fue dictada la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación que preveía los aportes del sector privado directamente dirigidos a financiar proyectos de tal naturaleza. Hoy ese mecanismo se ha visto truncado para dirigir los aportes al Estado, a fin de que éste seleccione el destino. Sería muy deseable regresar al modelo original de la Ley. La circunstancia actual impone el diseño de un gran plan nacional de promoción y estímulo al saber, canalizado a través de los más importantes centros de educación. Un programa de innovación universitaria y social, que nos ponga a tono con el mundo y que permita a nuestros egresados colaborar más eficientemente en la construcción de un país de primera, como el que todos los venezolanos nos merecemos.
Eminencia contemporánea
"Salvo por el rol de Tesorero" ha servido a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales en todos los cargos de su Junta Directiva desde 2009: Bibliotecario, Secretario, Segundo y luego Primer Vicepresidente.
Se vinculó al Derecho en homenaje a su legendario padre, el Dr. Armando Hernández Bretón, diplomático y magistrado zuliano, ferviente defensor de la reivindicación del Esequibo y responsable de la inmigración centroeuropea a Venezuela tras la 2da guerra mundial.
Abogado ucabista (1981); Doctor iuris utriusque (summa cum laude) de la Universidad de Heidelberg (Alemania); Máster en Derecho (magna cum laude) de la Universidad de Tübingen (Alemania) y de Columbia University (Nueva York); con Diplomado en la Facultad Internacional para la Enseñanza del Derecho Comparado (Estrasburgo, Francia). Ha publicado más de 60 títulos en derecho constitucional, administrativo, arbitraje, civil, mercantil, internacional privado y procesal civil internacional.
Fue electo individuo de número en 2005, siendo entonces el académico más joven, y el pasado 3 de febrero recibió el voto unánime para presidir el período 2015-16, complemento del currículo impecable de quien ha sido profesor de Derecho Internacional Privado desde 1992, "sin tomar año sabático".
-¿Qué prioridades guiarán su gestión?
-Corresponde a la Academia continuar su tarea de impulsar el progreso de las ciencias políticas y sociales, con concursos de investigación y publicaciones diversas. Y ante todo, estar vigilante en su misión de orientar al país en materia de legislación y justicia. No vamos a descansar. Pero la casualidad de conmemorarse el centenario de la Ley de creación de la Academia el 16 de junio de 1915, impone darle a esa efemérides un sitial de honor. Ya tenemos en marcha dos publicaciones emblemáticas: un libro que reunirá artículos de diversos profesores y académicos nacionales y extranjeros. Tendrá alrededor de 3 mil páginas. La segunda publicación, o libro del centenario, reunirá la historia de nuestra Academia, con biografías de los fundadores y fotos de la época. También habrá ciclos de conferencias todo el año.
Además, el venidero 30 de agosto se cumplirán 300 años "de la enseñanza del Derecho en Venezuela. Por iniciativa de la Universidad Monteávila, vamos a colaborar en esa conmemoración junto con la Academia Nacional de la Historia". Detalla que "el esfuerzo por educar jurídicamente al país comenzó en 1715 en la sede del Seminario de Santa Rosa de Lima, en donde hoy funciona el Concejo Municipal de Caracas; y el primer profesor fue el Licenciado Antonio José Álvarez de Abreu, luego gobernador de Venezuela. Finalmente, hay otro acontecimiento que debe recordarse y es el sesquicentenario del fallecimiento (1865) de ese gran venezolano que fue Don Andrés Bello".
-¿Cómo se vinculan las siete Academias venezolanas?
-Todas se reúnen con regularidad en el Comité Interacadémico. Allí se discuten temas de interés común y de importancia nacional. Nuestras relaciones son buenas, pero podrían mejorarse, principalmente logrando una efectiva participación de todas las academias nacionales que corren la misma suerte; sobre todo para responder rápido ante las demandas del país, que pide directrices y orientación para solventar los problemas. Hay una gran conciencia de venezolanidad entre los académicos y esto hay que aprovecharlo en beneficio de la Patria. Y lo anterior sin dejar de considerar el inmenso caudal de experiencias y de sabiduría que hay en sus miembros, y de lo cual doy plena fe.
Sustenta su argumentación en que la Constitución de 1999 permite la doble o múltiple nacionalidad, independientemente de que se trate de venezolanos por nacimiento o por naturalización. Además, el artículo 50 garantiza que los venezolanos puedan ingresar al país "sin necesidad de autorización alguna. En sintonía, según la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía (2004) ningún instrumento normativo puede hacer diferencias entre los venezolanos. Y quienes además tengan otra nacionalidad deberán hacer uso de la venezolana para su ingreso, permanencia y salida del territorio, y deben identificarse como tales en todos los actos civiles y políticos".
-El tema tiene más peso mientras el país vive el mayor éxodo de profesionales en la historia. ¿Qué función deben cumplir las Academias en ese contexto?
-Hay que tomar como premisa lo que sostuvieron Alberto Adriani y Andrés Eloy Blanco: nuestra primera y mayor riqueza como país es la riqueza humana. Sólo con esto, y su ingenio y su trabajo, puede hacerse un gran país. Como expresé en el informe que preparé para la Academia en 2012, todas las sociedades que, como la Venezuela reciente, han sufrido el drama de la emigración, padecen también el drenaje de cerebros, de su gente preparada y con experiencia, hacia destinos que temporalmente ofrecen mejores alternativas, aún a costa del sacrificio de la familia y de la identidad nacional. Tamaña pérdida nacional debe remediarse de inmediato. Debe iniciarse un programa para reinsertarlos en las actividades científicas y profesionales del país. Ésta fue la necesidad española luego de la Guerra Civil. Las academias nacionales tienen el deber de colaborar en la preparación de ese plan de recuperación de cerebros.
-Cuando una sociedad asiste a una crisis de valores y reina la mediocridad, ¿cuál es el reto principal para los intelectuales?
-En todos los tiempos hay un deber de contribuir con el progreso de las ciencias y de las letras, y fomentar el conocimiento de nuestra historia. Tenemos que producir conocimiento y esparcirlo por todo el país, que llegue a todos los que lo necesiten y lo busquen. Hay un deber de difundir la luz, en el sentido de las palabras de Cecilio Acosta, y no de concentrarla en nuestro limitado seno del Palacio de las Academias. Tenemos, además, la responsabilidad de conocer y preservar la memoria, la obra y el ejemplo de los hombres y mujeres ilustres que nos antecedieron, y hacer sentir con toda intensidad el profundo orgullo de ser venezolanos, como una vez lo mencionó el académico doctor Gonzalo Parra Aranguren.
-¿Y los colegios profesionales?
-No deben ser reductos partidistas ni servir de trampolines en las carreras políticas de sus directivos. La ignominiosa intervención del Colegio de Abogados de Caracas es una muestra de la perdición política del Colegio.
-¿Qué nivel tiene actualmente la formación humanística y científica en Venezuela? ¿Alguna está más desarrollada y/o rezagada que la otra?
-La formación universitaria venezolana es buena, pero podría mejorarse enormemente, pues aquí hay gente muy capaz, de las mejores del mundo. Para ello hace falta que el Estado sepa de una vez por todas que la mejor y más duradera inversión, a la par de la más rentable, será la inversión en la formación de su gente, a la que corresponderá enrumbar este país hacia los éxitos, la prosperidad, el desarrollo y el bienestar colectivo en todos los sectores. Sólo con esa inversión en el sector educación se sembrará la conciencia del valor y el respeto por el esfuerzo individual como factor de progreso social. Tradicionalmente se imputa al bachillerato y a la escuela primaria las serias deficiencias de los que ingresan a las universidades. Es una queja recurrente a lo largo de la historia, aquí y en otras partes del mundo. Esto exige a las universidades tomar e imponer correctivos a fin de proveer a los estudiantes con el mínimo indispensable de habilidades elementales para iniciarse en el estudio: hablar, leer y escribir. Pero eso sí: hablar bien, leer bien y escribir bien.
-¿Cómo lograrlo cuando hay déficit de presupuesto y ahora de profesores?
-Es sabida la deficiencia presupuestaria, especialmente en lo que respecta a los recursos para actividades de investigación e innovación. Hace unos años fue dictada la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación que preveía los aportes del sector privado directamente dirigidos a financiar proyectos de tal naturaleza. Hoy ese mecanismo se ha visto truncado para dirigir los aportes al Estado, a fin de que éste seleccione el destino. Sería muy deseable regresar al modelo original de la Ley. La circunstancia actual impone el diseño de un gran plan nacional de promoción y estímulo al saber, canalizado a través de los más importantes centros de educación. Un programa de innovación universitaria y social, que nos ponga a tono con el mundo y que permita a nuestros egresados colaborar más eficientemente en la construcción de un país de primera, como el que todos los venezolanos nos merecemos.
Eminencia contemporánea
"Salvo por el rol de Tesorero" ha servido a la Academia de Ciencias Políticas y Sociales en todos los cargos de su Junta Directiva desde 2009: Bibliotecario, Secretario, Segundo y luego Primer Vicepresidente.
Se vinculó al Derecho en homenaje a su legendario padre, el Dr. Armando Hernández Bretón, diplomático y magistrado zuliano, ferviente defensor de la reivindicación del Esequibo y responsable de la inmigración centroeuropea a Venezuela tras la 2da guerra mundial.
Abogado ucabista (1981); Doctor iuris utriusque (summa cum laude) de la Universidad de Heidelberg (Alemania); Máster en Derecho (magna cum laude) de la Universidad de Tübingen (Alemania) y de Columbia University (Nueva York); con Diplomado en la Facultad Internacional para la Enseñanza del Derecho Comparado (Estrasburgo, Francia). Ha publicado más de 60 títulos en derecho constitucional, administrativo, arbitraje, civil, mercantil, internacional privado y procesal civil internacional.
Fue electo individuo de número en 2005, siendo entonces el académico más joven, y el pasado 3 de febrero recibió el voto unánime para presidir el período 2015-16, complemento del currículo impecable de quien ha sido profesor de Derecho Internacional Privado desde 1992, "sin tomar año sabático".
-¿Qué prioridades guiarán su gestión?
-Corresponde a la Academia continuar su tarea de impulsar el progreso de las ciencias políticas y sociales, con concursos de investigación y publicaciones diversas. Y ante todo, estar vigilante en su misión de orientar al país en materia de legislación y justicia. No vamos a descansar. Pero la casualidad de conmemorarse el centenario de la Ley de creación de la Academia el 16 de junio de 1915, impone darle a esa efemérides un sitial de honor. Ya tenemos en marcha dos publicaciones emblemáticas: un libro que reunirá artículos de diversos profesores y académicos nacionales y extranjeros. Tendrá alrededor de 3 mil páginas. La segunda publicación, o libro del centenario, reunirá la historia de nuestra Academia, con biografías de los fundadores y fotos de la época. También habrá ciclos de conferencias todo el año.
Además, el venidero 30 de agosto se cumplirán 300 años "de la enseñanza del Derecho en Venezuela. Por iniciativa de la Universidad Monteávila, vamos a colaborar en esa conmemoración junto con la Academia Nacional de la Historia". Detalla que "el esfuerzo por educar jurídicamente al país comenzó en 1715 en la sede del Seminario de Santa Rosa de Lima, en donde hoy funciona el Concejo Municipal de Caracas; y el primer profesor fue el Licenciado Antonio José Álvarez de Abreu, luego gobernador de Venezuela. Finalmente, hay otro acontecimiento que debe recordarse y es el sesquicentenario del fallecimiento (1865) de ese gran venezolano que fue Don Andrés Bello".
-¿Cómo se vinculan las siete Academias venezolanas?
-Todas se reúnen con regularidad en el Comité Interacadémico. Allí se discuten temas de interés común y de importancia nacional. Nuestras relaciones son buenas, pero podrían mejorarse, principalmente logrando una efectiva participación de todas las academias nacionales que corren la misma suerte; sobre todo para responder rápido ante las demandas del país, que pide directrices y orientación para solventar los problemas. Hay una gran conciencia de venezolanidad entre los académicos y esto hay que aprovecharlo en beneficio de la Patria. Y lo anterior sin dejar de considerar el inmenso caudal de experiencias y de sabiduría que hay en sus miembros, y de lo cual doy plena fe.
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